· LOVE (not) ACTUALLY ·
“El amor que busco, no
existe”, es una frase que tenía muy recurrente en mi mente desde
hace mucho tiempo, pensaba que mi vida no era completa sin el amor
romántico en ella, que sólo podía ser feliz si tenía a mi lado a
otra persona que me hiciese sentir segura. Cometí muchos errores,
queriendo y sin querer, muchas veces dándome de bruces con todo tipo
de personalidades.
Di mucho de mi sin recibir
nada a cambio en muchas ocasiones, jugué a ser adulta siendo una
niña y perdí gran parte de mí misma, terminando siendo infeliz o
quizás falsamente feliz, llegando al punto de la anestesia
sentimental, rechazo total y absoluto de aquello que más anhelaba en
el mundo, el amor de mi vida.
La desconfianza en la lealtad
de las personas llevó a conductas de rechazo de amistades y
relaciones interpersonales, de todo aquello que conllevase una
esfuerzo emocional mayor por mi parte. Para qué invertir el tiempo
en gente que, antes o después, terminará abandonándote una vez que
haya cogido aquello que les interesaba de ti.
Comencé a pensar que vivía
en un mundo en el que no encajaba emocionalmente, rodeada de egoístas
capaces de hundir un barco entero con tal de salvarse ellos mismos.
Un mundo lleno de promesas vacías que valen lo mismo que nada, donde
las personas vienen y van por beneficios propios sin importar a quien
se llevan por delante, comenzando de esta forma mi exilio.
Supongo que como todo ser
humano, una vez traicionado y hecho pedazos, necesité mi tiempo para
ir levantándome poquito a poco, lamiendo mis heridas y
re-descubriendo la clase de persona que era o, mejor dicho, la
persona en la que me convertí.
El tiempo a solas me hizo ver
las cosas de otra manera, comprendí que no necesito en mi vida a
otra persona que me complemente, soy un ser completo por mi misma,
con mis virtudes y mis desventajas, con mis alegría y mis penas. No
busco mi media naranja, porque no me hace falta. Todas personas tienen un tiempo concreto en nuestra vida y forman parte de ella porque
puede ser que en ese momento dado era justamente lo que
necesitábamos. Mis amigos más cercanos los puedo contar con los
dedos de mis manos, aquellas personas que, a pesar de todo, se han
quedado a mi lado, en las buenas y en las malas, en momentos del
esplendor y en mis luchas contra los demonios. Otros tantos han ido
yendo y viniendo, sin embargo, de cada uno de ellos decidí quedarme
con lo bueno que han podido aportarme en este camino.
Incluso cuando decidí
quedarme entre las sombras, sin abrirme nunca más a nadie, fue sólo
cuestión de tiempo que llegase gente que quisiese conocerme de
verdad, sea por los motivos que sea, haciendo que me abriese de nuevo
al mundo. Y, quizás, esta sea la clave, estar con la gente adecuada
en el momento adecuado. Ellos me demostraron que si alguien te
importa de verdad, siempre encontrarás la manera de volver a esa
persona, sin importar los errores que cometas. Me enseñaron que el
amor no siempre viene vinculado a la sangre, la falta de tiempo no es
una excusa, que el amor verdadero tiene distintas facetas y gran
parte de estos sentimientos ya eran lo que yo siempre anhelaba.
Gracias a ellos volví a mi esencia, volví a sonreír sabiendo que
independientemente de donde estemos, nos tendremos los unos a los
otros.
Quizás sea igual con el amor
romántico, quizás hay que esperar para dar con esa persona en el
tiempo exacto y en el momento exacto. O puede ser que, simple y
sencillamente, sea alguien que poco a poco hará que, con el tiempo,
te vayas abriendo a un sentimiento que ambos compartís. Tal vez, sea
alguien que llegó a tu vida un poco antes de tiempo, sin darte
cuenta, sin presión pero con las mejores intenciones del mundo para
hacerte ver que eres una persona tan válida como cualquier otra,
capaz de luchar por ti misma y por tus sueños. Alguien que no te
complementa sino que te acompaña en tu viaje, esperando a que seas
los suficientemente valiente como para dar un paso más.
Esos son los sentimientos que
todos deberíamos de buscar pero, es totalmente lógico que para
poder apreciarlos, primero tendremos que equivocarnos, incluso más
de una vez. A veces dolerá y quemarán por dentro las heridas que te
causen los demás, pero ello nos hace más fuertes y selectivos a la
hora de elegir a quien debemos de entregar nuestro corazón. Nunca
más quiero conformarme con un ‘intento de (lo que sea)’ o un
‘vamos a ver qué tal salen las cosas’, esas relaciones están
destinadas al fracaso porque, desde el inicio, ninguna de las partes
va a poner un cien por cien de sí. No quiero en mi vida a alguien
que intente cambiarme por el simple hecho de qué pensarán los
demás, prefiero a gente con carácter. Nunca más pienso rogar por
un beso, un abrazo o 5min más. Cuando alguien se preocupa por ti y
te tiene en mente, son actos naturales no tareas diarias
obligatorias. Quiero a alguien que entienda mis debilidades y acepte
mi temperamento, me de el espacio que necesito y me eche de menos con
la misma intensidad pasada una semana que tres meses. Alguien por
quien merezca la pena exponerse a resultar ser herida y, quizás,
rota en pedazos de nuevo. No quiero salir ilesa pero quiero que
merezca la pena, no quiero una falsa felicidad encubierta con
palabras bonitas y promesas vacías, quiero un amor que se demuestre
con pequeños gestos, no un ‘te
quiero’
cualquiera.
With love,
Adrianna.
Comentarios
Publicar un comentario